ESTILO: Novela dosificada
Relatos fantásticos sobre realidades absurdas
(Primera Dosis -re vencida-: LA AVALANCHA, pinche aquí para administrársela)
(Segunda Dosis -vencida-: EL ASCENSO, pinche aquí para administrársela)
ADVERTENCIA: más de dos dosis son perjudiciales para la salud
Tercera Dosis: EL PARAISO
Sumido en mis pensamientos, que lamentablemente se desvanecieron cuando quise ordenarlos, me paro frente a la puerta de entrada al sector de las oficinas de la Cátedra a mi cargo (bueno, esto último es un decir, porque pese a que nunca hubo Profesor Titular, y yo cumplo todas las actividades de éste desde hace más de diez años, todavía no me reconocieron oficialmente en esa función. Cierto que me explicaron que debo pedirlo por expediente!...). Concentrate! La llave… la llave, donde tengo todas las llaves? Obviamente, según la ley de Murphy, debían estar en el bolsillo opuesto a mi mano libre… Eso es! Y tanteo el manojo estilo San Pedro, que acarreo de un lugar a otro (noto que se me está rompiendo el interior del bolsillo. Por esa razón es que pierdo permanentemente monedas por ahí!). Lo saco y pruebo una, dos, tres llaves. Pero no! justo la llave de esta puerta no está en el llavero. Claro! si yo mismo compré la cerradura nueva la semana pasada y no me alcanzó el dinero para hacerme una copia para mí. Muy atinado ese Memorandum general de las autoridades, recomendando los cambios de cerraduras, para aumentar la seguridad. Además, si con posterioridad faltase algo u ocurriese algún problema, los docentes seríamos los responsables… Mientras miraba lo bien que había quedado la cerradura (y eso que la cambié yo mismo, con mis herramientas de casa!), toqué el timbre usando la clave adecuada para que un compañero de la Cátedra me abriera. Usamos el código más sencillo posible, acorde a la cantidad de gente que trabaja diariamente esas oficinas y laboratorios: 2 timbres cortos, seguidos de un silencio corto y luego 1 timbre largo, 2 cortos y 2 largos. Por suerte compramos este timbre! Cuando no está descompuesto, es la gran solución! El portero eléctrico, en cambio, era demasiado caro y además quién haría (y pagaría) el cableado y la instalación… En definitiva, cuando tocan sólo hay que dejar de trabajar y caminar diez metros para ir a abrir. Después de esperar un rato, abrieron la puerta. Pero no era un docente de mi Cátedra, sino del laboratorio vecino a mi oficina, que estaba notablemente apurado. No salió para atender mi llamado, sino para ir hasta el baño en el otro piso. Al imaginarme su destino escaleras abajo, recordé que los Profesores Auxiliares de mi Cátedra tenían hoy el dictado del Trabajo Práctico de campo, y debieron salir en el ómnibus de línea, una hora antes del horario de la clase. La última vez que fuimos, un par de años atrás, tuvimos que hacer unos cuantos trámites y notas para reservar el turno y luego cobrar a los alumnos y pagar por anticipado el estupendo micro de la Universidad. Resultó un poco complicado y por eso decidimos dejar de usarlo. Además, aún no recibimos explicaciones de lo que pasó, pero el transporte no estaba esperándonos el día y hora contratados. No obstante, este malentendido desembocó en una linda caminata con los estudiantes, todo ese día (desde y hacia la parada del ómnibus de línea, y durante las actividades del Trabajo Práctico). Además, como los experimentados profesores habían llevado protector solar, pudieron proveerle un poquito a todos los estudiantes (hasta que se les terminó), y a partir de entonces lucimos un estupendo bronceado natural, por varias semanas! Por fin! Usando una de las llaves del manojo, no me pregunten cuál, entro a mi oficina. Mi primer reflejo es prender la luz, pero… por qué no enciende? Ay! Cierto que tengo que abrir la ventana (también viene bien por la ventilación, salvo en invierno), porque la reactancia del artefacto de iluminación aún no me la han podido cambiar. ¨Por el momento no hay plata!¨ me respondieron. Debe ser un componente medio caro. Eso fue hace algo así como un mes, pero ahora creo que era…. Por qué era ahora? Ah! Sí!: el electricista de la Facultad no tenía tiempo de subir durante la semana. Sin embargo, si combino con él, me dijo que el sábado próximo vendría sin falta y me haría el trabajo de manera particular. Qué gaucho! Es evidente que tiene buena onda conmigo. Pero, ufa! No le pregunté si me entregará una factura conformada B o C por el pago de sus servicios, porque sino la Cooperadora de la Facultad me rechazará la rendición de cuentas que tengo que elevarle a fin de mes. También debo fijarme que él tenga un sello de "Pagado", para estampar en su factura. O mejor compraré un sello, por las dudas, ya que siempre viene bien tener uno. Ah! y fijarme que no esté vencido el talonario, porque la vez pasada por eso me devolvieron la factura del mecánico que me arregló la camioneta. Y tuve que pagar esa suma de mi bolsillo, nomás, porque no iba a volver a esa provincia... En definitiva, la culpa era mía, porque medio que me di cuenta que la factura podía no estar en regla, pero cómo le iba a exigir de todo a ese buen hombre que me remolcó veinte kilómetros para sacarme afuera del monte. Umm… No, la verdad que pensándolo mejor, se me complica un poco, así que voy a ir mañana a la ferretería de la próxima cuadra, ahí ya me conocen y me dan crédito, y compro la reactancia y la cambio yo. Total de electricidad entiendo bastante. Eso sí, debo preguntarle a alguien que sepa donde está ubicado el tablero con las llaves de corte de energía eléctrica generales del sector, porque yo no tengo idea y no quiero hacer un cortocircuito como aquella mañana, cuando intentaba reparar ese tomacorrientes que levaba suelto como un año (que vergüenza! Dejé sin energía eléctrica a todo el piso completo, y no conseguía a nadie que arreglara mi desbarajuste. De ahí en más tengo presente averiguar por adelantado si estará en el edificio algún electricista, antes de tocar nada). Y una escalerita, habrá en algún lado una escalerita? Vaya uno a saber… La de casa ya no está mas en condiciones de usarse y además, como es muy grande, era bastante complicado traerla en mi autito. Pero herramientas, en casa tengo un montón! Hasta un taladro de percusión de buena marca, me compré en un ofertón, cuando necesitaba fijar a la pared de la oficina la toma del teléfono, para no pisarla más (tuve que comprar dos, porque no salieron muy resistentes). Sobre la marcha, con la habilidad que otorga la costumbre, prendo la PC (también adquirida con un subsidio de investigación, hace cuántos años ya?...), porque tengo que ver mis Emails con mucha urgencia. Resulta que cuando consulté mi casilla anoche a la medianoche desde mi casa, vi que había un par de mensajes aparentemente muy importantes. En ese momento justo estaba un poquito cansado, y los dejé para ver hoy en la oficina, después de dictar la clase. Pero no crean que en casa trabajo mal, de ningún modo, diría que tan bien o mejor que en la oficina. En casa tengo banda ancha bien pulenta, otra PC, un router que me da Wi-Fi y mi propia red para hasta diez PC (a veces ha habido tres funcionando simultáneamente, cuando invito algún colega amigo a alojarse, para que se ahorre el gasto de hotel). También tengo algunos lujos, como calefacción, aire acondicionado, scanner, impresora y otros chiches, que uso a diario para trabajar a la noche. Todo lo fui comprando de a poco y en ofertas para pagar de mi bolsillo, pero con mi desgastada tarjeta de débito (así me ahorré además el 5% del IVA!!). Bien, paso a organizarme… Entonces, qué me tocaba hacer ahora... Mientras arranca esta batata electrónica, en qué puedo ir ganando tiempo? Ya sé…, agarro el teléfono y llamo al Director de Departamento. Debía preguntarle un par de cositas importantes: a ver …. Primero, qué era? Ah! Sí… el bendito informe anual de actividades que debo presentar… cuándo era? En abril…, pero en qué fecha exacta?… No!, esa fecha es para el del Consejo de Investigaciones (CONI)! Y… uy! todavía tengo que leer las instrucciones para ese informe. Qué cosa nueva se les habrá ocurrido para este año?, y después tengo que cargarlo junto con mis datos en la intranet. La clave! la clave de acceso a intranet!... donde… la anoté? Evidentemente ya no soy el mismo. Antes me acordaba la docena de claves indispensables para todas las actividades, incluyendo las dos del programa de gestión TEPOTI. Era así que se llamaba? Voy a tener que buscar el Email del CONI donde me daban el nombre de usuario y la clave de intranet. Pero en cual PC lo bajé? Y después deberé bajar los formularios, subir los PDFs, fotocopiar los trabajos no publicados, escribir el informe, imprimir la carátula y el cuerpo del informe y llenar la declaración jurada, e ir al otro edificio a buscar a quien debe firmarla y retirar la copia de la declaración de AFIP y el recibo de sueldo! Y llevar toda la documentación personalmente a la delegación del CONI, en carpeta de cartulina (y únicamente se aceptará color amarillo), para que me den el recibido en tiempo y forma. Bueno, mejor no me preocupo, total aún hay tiempo…. Y ahora qué pasa que no anda el Email? A ver la Internet? Tampoco. Mmm… deben estar haciendo mantenimiento de la red, o del servidor. Aguardaré un momentito. Para matar el tiempo, tomo uno de los muchos papers que están sin leer (aún!) sobre mi escritorio (nuevito…, lo compré yo mismo con lo que generé por servicios a terceros). En el preciso momento en que la nostalgia de aquellos días de lectura científica actualizada se estaba por apoderar de mí, sentí que me invadió explosivamente una necesidad incontrolable de dejar salir eso que venía pujando desde hacía rato en mi interior. Entonces, de un golpe sobre la vieja y remendada silla (estoy ahorrando para comprar una nueva, full, full!), sacudí el polvo que estaba pegado al paper y enrollándolo decidí partir de inmediato, ansioso de un buen momento de lectura científica, hacia el baño. Dónde puse las llaves?…
(CONTINUARÁ….)
Cuarta Dosis: LA INVITACIÓN
Mensaje a los seguidores del blog
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A los seguidores del blog:Escribo estas líneas, con mucha tristeza, y es
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Hace 3 meses
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