Asistí a la Asamblea Universitaria donde se eligieron Rectora (Carolina Scotto) y Vicerrectora (Hebe Goldenhersch) de la Universidad Nacional de Córdoba, para el próximo período de tres años. En primer lugar, me corresponde felicitar a ambas autoridades electas y desearles la mejor de las gestiones.
No obstante, en esta entrada del Blog quiero centrarme en otros aspectos periféricos, aunque relevantes de dicha Asamblea, porque debo confesar que, siendo mi primera (e interesante) experiencia en asistir a una reunión de esta naturaleza e importancia, hubo varias cosas que me sorprendieron, pero no muy agradablemente:
- La ostensible falta de educación por parte de las barras de estudiantes de las varias agrupaciones universitarias que profirieron sistemáticos cánticos soeces, cuando no insultos hacia personas concretas, que resultaban más a tono con lo que se ve durante un encuentro en un estadio de fútbol (pese a que también allí desapruebo esta conducta) que en una institución académica, tal como lo es una Universidad.
- La manifiesta intolerancia hacia el disenso que demostraron estas mismas agrupaciones, cuando sistemáticamente gritaban y entonaban cánticos a voz en cuello, impidiendo al resto de los asistentes escuchar la palabra de los Asambleístas acreditados.
- La notoria falta de respeto de estas agrupaciones por el resto de los asistentes, quienes estuvimos convidados a soportar los cánticos ensordecedores que se dirigían mutuamente entre ellas todas estas barras de estudiantes, tornando de a momentos insoportable e insalubre el ruido ambiente. La situación que trato de describir, aún cuando no mostraba explícitamente violencia alguna, estaba muy lejos de ser pintoresca (como, en cambio, podría ser tomada en un estadio de fútbol).
- La evidente falta de interés que algunos estudiantes de estas agrupaciones demostraban por los bienes e infraestructura de la propia Universidad pública (la cual paradójicamente pretenden defender con sus actos), cuando pasaban de una fila a otra pisando desaprensivamente los posabrazos de madera barnizada, o se paraban directamente sobre éstos o sobre los asientos y respaldos de las butacas de la Sala de las Américas, durante la mencionada reunión. Tanto es así que varios colegas debimos invitar, sucesivamente, a más de una veintena de estudiantes a que usaran adecuadamente las butacas (que todos pagamos con nuestros impuestos), ya que corrían serio riesgo de rotura.
- La sistemática utilización departe de varios de los Asambleístas acreditados, de epítetos y expresiones denigrantes u ofensivas hacia agrupaciones contrarias, durante su alocución. Esta actitud, amén de no contribuir (al menos sustancialmente) a la discusión constructiva del tema objeto de la reunión, no hacía otra cosa que provocar a los aludidos, fomentando su respuesta (y, como dije antes, a veces desaforada) desde la tribuna.
Lamentablemente, luego de presenciar estos reprochable comportamientoa durante la Asamblea Universitaria, me siento inclinado a pensar que algunos de los que critico en esta entrada argumentarían que actúo así porque a todas luces debo ser alguien totalmente ajeno a las expresiones democráticas genuinas, o sea... un típico simio intolerante. ¿No?
(¡Perdón Jane Goodal!)
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